24 de febrero de 2016

PERIODISTAS Y AMENAZAS EN VERACRUZ,,,

Por Armando Reyes Vigueras

Algo sucede en tierras jarochas. 
El cóc-tel que mezcla impunidad, amenazas a periodistas, asesinatos de comuni-cadores y un gobierno estatal señalado desde irregularidades hasta incapacidad criminal, se da en aquella entidad. La conjunción de di-chos elementos ofrece cifras de terror. Ahora, un nuevo caso de amenazas se ha presentado a través de las redes sociales, con un patrón similar al de ocasiones anteriores.

Las amenazas 
Para Enrique Quijada no han sido días tranquilos, y no sólo por vivir en un estado en el que las desapariciones, asesinatos y demás amenazas a la seguridad de las personas están a la orden del día. Vivir en Veracruz, en esta época, representa ya un riesgo como lo pueden constatar las personas que han sufrido algún robo o amenaza por parte del crimen organi-zado, ya sea en su vertiente privada o estatal. Pero el caso comentado es un ejemplo más de que las amenazas se utilizan al por mayor.

Enrique Quijada comenzó, en el marco del escándalo por las agresiones sufridas por Arne Aus Den Ruthen a manos, literalmente, de los guaruras de Raúl Libién, a retuitear los mensajes que se referían al asunto, buscan-do apoyar al city manager de la delegación Miguel Hidalgo. Para sorpresa de Enrique, vía Twitter comenzaron a llegar amenazas de varios usuarios que enviaban imágenes con armas de fuego.Se trata de una historia conocida por pe-riodistas y otros usuarios que se han enfrenta-do a este tipo de ocurrencias. 

En particular, se trata de usuarios como @BOT_inombrable @MrsTerco —cuenta ya suspendida— y @@iTuiteroChingon quienes enviaron imáge-nes con armas de fuego en clara amenaza a Quijano por apoyar a Arne aus den Ruthen. Curiosamente, en este caso un usuario, @MrsTerco, utiliza técnicas parecidas a otro caso, en este particular en contra del colum-nista Ricardo Alemán, quien recibió mensajes similares una cuenta llamada @TercoNuevo. Este episodio no pasaría de ser una simple anécdota más en Veracruz, a no ser por los asesinatos de periodistas en aquella entidad, que la ubica como una de las más peligrosas para el ejercicio de la libertad de expresión. El caso de la reportera Anabel Flores ejemplifica este marco de violencia en contra de quienes ejercer una libertad que no es protegida.Pero, para completar un cuadro de des-gracia, Veracruz es parte de un contexto de violencia generalizada en contra de quienes ejercen el periodismo o de personas que ha-cen crítica en contra de las arbitrariedades de gobernantes o criminales.

Esta entidad no es la única en la que se pre-senta este tipo de problemas, pues alcanza a otros ciudadanos en, prácticamente, todo el país.Varios ejemplos dan cuenta de eso. Más recientemente, Álvaro Delgado de la revista Proceso también sufrió un incidente similar desde la misma red social, en tanto que José Santiago —radicado en Veracruz—, creador de la videocápsula Bebes con corbata, espacio en que desde YouTube realizaba una crítica en contra de gobernantes, recibió este tipo de mensajes desde Facebook.Como es fácil comprender, se trata de una forma de amedrentar a personas que se atre-ven a ejercer su libertad de expresión, gracias a cuentas con pocos seguidores con imágenes en las que presumen armas de fuego y desde las cuales aseguran la posibilidad de realizar alguna acción violenta.

Ante todo esto, la pregunta que surge es qué hace la autoridad que, al menos en teoría, está encargada de velar por la seguridad de las personas y los derechos consagrados en la Constitución y otros textos normativos.Como es fácil concluir, la impunidad se ha convertido en regla en este terreno, pues es más fácil crear una cuenta en Twitter, mantenerla con pocos seguidores, para desde ella lanzar amenazas a distintas personas con el menor motivo. 

En el caso de la cuenta @BOT_inombrable, desde la cual se pueden leer —al menos cuando comenzamos a re-dactar esta columna, el viernes 19 de febre-ro— varias amenazas proferidas a distintos usuarios, así como insultos a personajes co-nocidos de los medios.Quizá para muchos resulte cómico amena-zar o insultar a otra persona a través de una red social, gracias al anonimato que esta ofrece, pero esto nos debería llevar a la reflexión acer-ca de la forma en que como sociedad hemos permitido que este tipo de cosas sucedan.

Ya no sólo es la legión de idiotas a la que hacía referencia Umberto Eco, sino que se la ha sumado una legión de entes que buscan notoriedad a través de la violencia. En tanto no se ponga un freno a esto, la cifra de ame-nazas o agresiones seguirá en aumento, exhi-biendo a una autoridad

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