El autor mexicano, Jorge Volpi, conversó con Diners sobre los periodistas profesionales y su verdadero oficio en su país. Una joya del Archivo Diners.
El artículo “Los periodistas profesionales son los que investigan, no los que opinan”, Jorge Volpi, fue publicado originalmente en Revista Diners de octubre de 2013
El
escritor mexicano Jorge Volpi estuvo de visita en Bogotá para participar en los
Premios Simón Bolívar de 2013. Y aunque no es periodista -insiste en dejarlo
claro- tiene una trayectoria tan impresionante como autor de ficción -tiene más
de 10 novelas publicadas, entre las que se encuentran En busca de
Klingsor y La tejedora de sombras, Premio Iberoamericano
Planeta-Casa de América 2012- y ensayo, y como académico, que su opinión sobre
casi cualquier tema -ópera, la importancia de la ficción para reconocernos como
humanos, televisión, lo cuentos de Poe, la teoría del caos- es un punto de
referencia.
En
el discurso que realizó para la ceremonia de premiación, hizo referencia a los
doce trabajo de Herácles para “enumerar algunas de las tareas que los
periodistas de nuestra época han de realizar a fin de eludir la irrelevancia,
tolerar las presiones y amenazas, sobreponerse a incontables peligros y
continuar desempeñándose como actores fundamentales en nuestra azarosa
modernidad democrática”. Con Revista Diners conversó con Jorge Volpi sobre
algunas de estas ideas.
En
el discurso que dio para la ceremonia de los Premios Simón Bolívar habla de la
responsabilidad del periodista, de sus retos, ¿nos puede hablar un poco de
esto?
En
nuestra época, sobre todo en América Latina, por fin estamos en un momento en
el que en prácticamente en todas partes hay democracias, más o menos liberales,
de procesos electorales más o menos transparentes, donde parecería que el
entramado institucional es ya muy claro, pero en donde en realidad frente a lo
que hay en el papel y lo que pasa en la realidad hay un abismo gigantesco.
Este
abismo tiene que ver con que más allá de las leyes y de las instituciones,
siguen siendo los grandes grupos los que ejercen el poder muy por encima de
estas instituciones y leyes. En este contexto es el periodista es el único que
puede realmente informarle al ciudadano sobre el estado de salud de sus
democracias.
De
ahí que los desafíos del periodista sean en realidad los de la ciudadanía, que
necesita transparencia e información confiable sobre lo que en verdad pasa en
nuestras democracias, más allá de lo que le dicen que pasa.
Sin
embargo los medios parecen privilegiar las noticias espectáculo y el público
parece pedirlo…
En
efecto, yo creo que la narrativa de la sociedad del espectáculo es tan
omnipresente que claro que el público también lo pide. Y así funciona el
sistema, pero la responsabilidad de los periodistas está en romper esa
narrativa del espectáculo y tratar de ser más rigurosos e informar de verdad
sobre el estado de la sociedad.
¿Y
el cambio de lo impreso a lo digital cómo está afectando las cosas?
Lo
de los impresos se siguen leyendo y no han desaparecido. Pero también es cierto
que hay miles o millones de jóvenes que no han leído un solo impreso en su
vida. Pero por otro lado, Twitter se ha convertido en una de las principales
fuentes de información, que nos puede llevar al mismo tiempo a las noticias de
los medios tradicionales y a los comentarios y noticias de los no
tradicionales. Esto nos hace decidir cuál es la información que queremos.
El
problema es lo caótico de estas lecturas salteadas de un lado para el otro,
pero al mismo tiempo también se está dando una pluralidad que no existía antes.
Antes comprabas un periódico, que tenía una sola línea editorial y muchas veces
ni te dabas cuenta de que estabas siendo ideologizado todos los días por el
mismo periódico con el que creías comulgar.
Ahora
tienes la posibilidad de que tu acceso a la información sea más variado y más
plural que el de un solo medio.
Con
estos medios también han aparecido los reporteros ciudadanos, ¿qué rol juegan
en el circuito informativo de hoy en día?
Ahí
otra vez hay una doble situación. Por un lado está muy bien que cualquiera
pueda ser reportero. Pero, por otro lado, es muy fácil improvisar, no tener
rigor, porque nadie está supervisando.
Ahí
les corresponde a los periodistas profesionales desglosar qué es lo que está
pasando con el periodismo ciudadano, porque es muy valioso de entrada, pero
también es muy fácil que se convierta en algo superfluo o banal.
Entonces
ahí está el reto: muchos de estos reporteros se pueden convertir en periodistas
profesionales, muchos tienen rigor, pero también hay muchos que no, más lo que
se puede falsear por la influencia de los poderes que tienen intereses.
Pensando
en el auge de columnas de opinión y blogs en grandes medios, a veces surge la
duda sobre la definición de “periodista profesional”.
Los
periodistas profesionales no están en los que opinan. Lo que opinan está muy
bien, pero el reino de la opinión no puede ser la medida. Lo profesional está
en el periodismo de investigación, lo haga un periodista digital, uno
tradicional o uno ciudadano independiente.
Está
en que la investigación sea rigurosa, en contrastar distintas fuentes,
entrevistar distintas voces. Tratar de llegar al fondo de los hechos. Porque
dar opinión es muy fácil, cualquiera lo puede hacer, en todas partes se dan
opiniones de todo, pero eso no necesariamente nos sirve.
En
su discurso habla de la influencia que tienen algunos grupos de poder sobre los
medios de comunicación, ¿cree que es el momento del periodismo independiente?
El
periodismo independiente no carga con el peso de un gran conglomerado con
intereses propios, pero tiene que construir muy lentamente un prestigio capaz
de rivalizar con el prestigio de un medio consolidado y de probar que está
haciendo una labor fundamental y no que es simplemente uno más de quienes
opinan sobre lo que está pasando.
Porque
en una democracia todo el mundo opina, pero no quiere decir que de ahí se
conforme la opinión pública, si es que existe.
¿Existe?
Existe
algo a lo que le llamamos así para tratar de medir el estado de ánimo social
ante cada problema determinado.
Es su discurso también menciona el auge del
periodismo narrativo en América Latina, ¿quiénes son para usted los
representantes más importantes de este estilo?
Hay
muchos. Estamos en un buen momento, pero también se ha vuelto una moda. Ahí
también hay que estar alerta, porque eso siempre ocurre. Por un lado hay muchos
periodistas muy buenos que están haciendo esto ¾ en México está Diego Enrique Osorno, el propio Juan Villoro; en América
Latina mucho de lo que hace Etiqueta Negra en
Perú, en Argentina Martín Caparrós y esa
escuela ¾, pero parece estar tan de moda que existe el peligro que sea más
importante la forma que la propia investigación que debe estar detrás.
Utilizar
los recursos de la narrativa o el teatro, de la propia poesía o el cine para
montar una historia está muy bien si corresponde con una investigación
profunda y no simplemente con escribir crónicas en donde la forma sea lo más
importante.
También ha dicho que el
lenguaje científico está lleno de metáforas y que el periodismo también
necesita algo de ficción y poesía. ¿Más allá de dar pistas sobre la forma cómo
pueden alimentar la poesía y la ficción el oficio periodístico?
Creo
que la ficción siempre puede inspirar al periodista. Sobre cómo abordar a los
personajes, cómo entrevistarlos, cómo, a partir de una entrevista, usar la
imaginación para interpretar al personaje que tienen en frente.
Con
cierto cuidado, claro, con el cuidado de no hacer exclusivamente ficción,
porque para el cerebro del lector se aproximará al texto como real. Hay que
tener muy claro que ahí es necesario encontrar un equilibrio delicado.
¿Cómo
aborda su columna de opinión en el diario La Reforma desde
su oficio de escritor de ficción?
Son
dos oficios diferentes. Trato de hacer ensayitos, para la columna, y la mayor
parte de las veces intento atrapar un personaje para tratar de interpretarlo,
de comprenderlo, cosas que hagan que la columna sea distinta a lo que haría un
periodista, un politólogo o un economista. La idea es ofrecer un diálogo con la
parte literaria.
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