14 de diciembre de 2015

EL ASESINO DE 3 AÑOS, PRESIDENTE DE MÉXICO...

Era 1951. Manuela llegó junto con el Día de Muertos, a principios de noviembre. Era una niña, tenía apenas 12 años de edad, pero ya trabajaba. Entre la cocinera, María Torres Garrido, y la patrona, Margarita de Gortari de Salinas, le explicaron las labores que debía realizar en la casa ubicada en Palenque número 425 de la colonia Narvarte, en la ciudad de México. Había que barrer, trapear, sacudir y, en general, ayudar en lo que se ofreciera.
Mes y medio después, por la mañana del lunes 17 de diciembre, Manuela vio llegar a la casa a Gustavo Zapata, un niño de ocho años que iba a jugar con los hijos de la señora Margarita, Carlos y Raúl, de tres y cinco años de edad respectivamente. Voy a salir a hacer unas compras, le dijo la dueña del hogar a sus sirvientes. Ahí les encargo a los niños.
Mientras María se alistaba para preparar la comida y Manuela limpiaba la casa, los niños anfitriones y el invitado se escabullían al cuarto de la señora Margarita y su esposo, Raúl Salinas Lozano. Carlos y Raúl encontraron en el armario el rifle calibre 22 de su padre. Se emocionaron y lo tomaron para jugar a los balazos.
Una hora después, al mediodía, Manuela estaba barriendo, no se dio cuenta de que el niño menor, el de tres años, le apuntaba a la frente con el arma. La bala le entró justo por abajo del ojo izquierdo, por el pómulo. El proyectil se guardó en la cabeza de Manuela para siempre. ¡¿Qué hicieron?! preguntó María a los niños al ver la escoba ensangrentada junto al cuerpo inmóvil de la niña: ¡Ya matamos a Manuela! Respondieron Carlos, Raúl y Gustavo con alegría.
La señora Margarita regresó a casa, se encontró un borlote. Policías y curiosos por todos lados. Manuela está muerta, le informaron. Todos al Ministerio Público. Niños, madre y cocinera rindieron declaración. Mientras el cuerpo de Manuela se enfriaba, mientras sus uñas empezaban a extrañar el tono rosado que da la circulación de la sangre, un investigador le preguntó al niño de tres años qué había pasado: “yo la maté de un balazo, soy un héroe”, respondió Carlos Salinas de Gortari. Estábamos jugando al “fusilamiento”, detalló.
Válek Rendón.

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