18 de diciembre de 2015

MUERTE Y RENACER DE UN DIARIO DE LA CALLE

Je ne suis pas Moises Sánchez
MUERTE Y RENACER DE UN DIARIO DE LA CALLE
Por: Michael McCaughan
Corresponsal del Irish Times en America Latina
Los primeros días de enero 2015 me los pasé en un rancho remoto situado en el oeste de Irlanda. Hasta allí llegó una noticia que me llamó la atención: un periodista Mexicano, dueño de un pequeño periódico comunitario que ostentaba un tiraje sin importancia había sido secuestrado. El hecho sucedió en su casa, a las 6.55 de la tarde, frente a su esposa y dos nietos que jugaban con un vecino en el patio del jardín.
Pocos días después, en Paris, dos hombres armados entraron en la oficina del periódico semanal, Charlie Hebdo, donde acribillaron a diez periodistas y dos agentes. La reacción mundial no se hizo esperar: una avalancha de repudio frente a la masacre y un ‘Basta Ya’ frente al intento de acabar con un periódico por medio de las balas.

Para el fin de semana siguiente se convocó a una marcha multitudinaria y desde ya se anunciaba el retorno de Charlie Hebdo, apoyado por otros periódicos y por el propio gobierno que ofrecía recursos para volver a levantarlo. La policía emprendió una búsqueda masiva para dar con los responsables y en las siguientes 72 horas fueron abatidos cuando respondieron a la policía con fuego. 

En los días siguientes volví a buscar información sobre el caso de Moisés Sánchez pero me encontré con un misterio absoluto. No se anunciaba ningún avance en la búsqueda, no había pistas, no se movilizaban policías y el gobernador del estado, Javier Duarte, en su primera declaración al respeto, dudaba en voz alta si de veras Moisés Sánchez fuera periodista.

Resulta que trabajaba de taxista para solventar su periódico y también era un activista reconocido que ayudaba a resolver los problemas del pueblo donde vivía. 
Ni rastro había de los delincuentes que se movían en por lo menos cinco coches, observados por vecinos aterrados. Los vehículos pasaron por una ruta donde había cámaras de vigilancia pero la policía tardó tanto en buscarlas que ya habían sido borradas. Y para colmo, en el instante en que Moisés fue secuestrado, policías municipales estaban parados a sola una cuadra de distancia. Los dos policías ahora están detenidos por supuesta complicidad en los hechos.

Decidí venirme de Irlanda para acercarme a la figura de Moisés Sánchez. ¿Quién es esta persona que, según sus colegas, trabajaba de taxista para solventar un periódico sufrido que estorbaba a las autoridades locales, denunciando baches tanto en las carreteras como en las oficinas de las autoridades locales donde se ha infiltrado el crimen organizado. 

Llegué a Xalapa, Veracruz donde me encon¬tré con Jorge Morales, vocero de CEAPP, un comité gubernamental que ofrece medidas de seguridad a periodistas amenazados. Morales, un buen tipo que habla claro y sin duda entiende el papel de la prensa y los peligros que corren sus colegas en la entidad. Él me contó que hasta asumir el cargo en el CEAPP, manejaba un medio crítico que sufría el acoso del estado. 

Morales empezó alabando el papel de su comité, nombrado por el congreso estatal, pero conforme avanzaban las preguntas terminó confesando que su organización realmente no tenía la capacidad de frenar los ataques a la prensa. Peor aún, a fin de cuentas, el CEAPP termina siendo el brazo simpático de un gobierno que con el otro brazo golpea y mata con impunidad. 

Yo estaba ansioso de hablar con las autoridades que llevaban el caso y Jorge Morales me hizo el favor de llamar a Rene, el encargado de la Fiscalía especializada en delitos contra la libertad de expresión (Feadle) de la Procuraduría de Justicia. Rene le contestó a Jorge enseguida y ése me pasó el teléfono. Rene estaba ocupado pero prometió hablar conmigo más tarde ese día. Fue la última vez que oí su voz. 
Nunca más me contestó la llamada. “El problema puede ser que no quiera dar entrevistas”, explicó Morales. “Son muy herméticos los funcionarios.”

En México han sido asesinados en los últimos dos años a 15 informadores y otros cuatro permanecen desaparecidos, un Charlie Hebdo en cámara lenta pero aún mas brutal que el de sus pares parisinos. Nadie da la cara. No hubo ninguna marcha oficiales de estado a favor de Moisés, ningún funcionario del gobierno federal de alto nivel se ha pronunciado sobre el caso.

Desde el asesinato de Moisés, siguen las amenazas y los ataques. México encabeza la lista de los países de mayor riesgo para ejercer el periodismo, con 82 profesionales de la comunicación asesinados entre enero de 2000 y septiembre de 2014, según Reporteros Sin Fronteras (RSF).

Moisés Sánchez quedó solo a la hora de su muerte pero gracias a los esfuerzos de su hijo, Jorge, de Articulo 19, (una organización inglesa que defiende a las voces silenciadas) y de los colegas de Moisés en Veracruz, el asesinato no quedará impune.

El hecho siniestro ya provocó la cancelación del Hay Festival en Xalapa, Veracruz, uno de los eventos más importantes de las letras, la música, el cine y el periodismo de Hispanoamérica. Cerca de 800 escritores y periodistas protestaron contra la falta de acción del gobierno sobre el alto número de muertes y desapariciones de periodistas en Veracruz, poniendo el énfasis en el caso de Moisés Sánchez. 
El gobernador de la entidad, Javier Duarte, tapando el sol con el dedo, aseguró que los altos niveles de violencia no tenían nada que ver con la cancelación del festival. Sin embargo, el primer párrafo del mensaje oficial de los organizadores del Hay Festival en Reino Unido, confirmó que el asesinato de Moisés Sánchez fue la gota que derramó el vaso:
“HAY FESTIVAL MÉXICO Estimados colegas: Somos conscientes de que la noticia de la muerte de Moisés Sánchez, el quinceavo periodista asesinado o desaparecido desde el 2010 en Veracruz, ha causado, si cabe, todavía más dolor y rabia.” La petición firmada por escritores reconocidos iba dirigida a Javier Duarte y planteó lo siguiente: “Su administración es la peor enemiga de la libertad de expresión, del derecho a la información y del pensamiento crítico en México”.

El escritor Mexicano Juan Villoro anticipó el reclamo de unos cuantos que insistían en que el festival pertenecía al pueblo o que la mejor manera de llamar la atención a la situación es por medio de eventos de ese tipo: “La cultura sirve para tender puentes, pero también puede ser usada como ornato, el florero en la mesa de los criminales. Por desgracia, las extraordinarias actividades del Hay no han servido para que la libertad de expresión se garantice en Veracruz”. 

Entre las pocas personas que exigían el retorno del festival no figuraba ningún periodista que viva con guardaespaldas, botón de pánico y barrotes de seguridad en su casa. 

Los ataques siguen una lógica aterradora - el hostigamiento empieza con el hackeo de la página web y de cuentas personales; luego siguen los insultos, las amenazas y llamadas anónimas. De repente se observa vehículos sospechosos que rondan por la casa y se cometen robos en los que no se roba nada- a no ser el derecho a la privacidad- el objetivo es dejar saber que pueden invadir tu espacio más íntimo con impunidad.

Si aún no has captado el mensaje, sigue una paliza y ya de postre, el secuestro y la muerte. Y no se moleste en llamar a la policía – lo más probable es que han participado en el crimen. Olvídate de una búsqueda de verdad aunque sí habrá una ‘investigación exhaustiva’, que jura en el nombre de la virgen de Guadalupe llegar “hasta las últimas consecuencias” con detenidos, sospechosos, autor material y detrás de ese, quizás, un autor “intelectual” que suele ser algún político ansioso de quitarle de encima una amenaza pública a su buena reputación y futuras ambiciones. 

Pero detrás del autor intelectual sigue el autor estructural –el crimen organizado convertido en estado criminal.

Aún así, la herramienta principal para controlar a los medios de comunicación en México no es la violencia sino el dinero. El gobierno mexicano gastó cinco billones de pesos en “promover” sus actividades a lo largo y ancho del país en 2014.
Ese dinero se reparte sin regulación a los medios, quienes devuelven el favor a base de cobertura positiva de eventos oficiales.

Los periodistas que se mantienen al margen de ese sistema se llaman ‘los incómodos’ porque incomodan al gobierno y claro, también a los periodistas vendidos.
Moisés Sánchez fue un incómodo de primer rango. El mismo Moisés investigaba, escribía, tomaba las fotos y hacia el final, fue el encargado de recibir las amenazas de muerte.

Sánchez seleccionaba artículos que imprimía en formato grande y los colocaba en un periódico mural que ubicaba en sitios estratégicos, con esto aumentó su circulación. También compró un altoparlante que instaló en su taxi, desde él leía las notas, creando una especie de ‘radio móvil’. 
Cuando la policía de tránsito le prohibió manejar y operar su ‘emisora’ compró una bicicleta y siguió su labor.

A Sánchez lo buscaban políticos en campaña quienes envidiaban su influencia. En la más reciente, el candidato Panista, Omar Cruz, pasó por su casa para pedirle su apoyo. No lo recibió. Sin embargo Sánchez felicitaba a cada nuevo elegido en las páginas de la Unión y luego les presentaba un pliego petitorio sobre las carencias del municipio exigencias de la ciudadania.

Cuando ya me iba de Xalapa, me encontré con una exposición de caricaturistas y en la ventana del local, un afiche que decía “Je Suis Charlie” (“Yo soy Charlie”) en alusión al periódico Francés que sufrió el ataque en Enero. Entré y hablé con la mujer a cargo. ¿Había ella pensado alguna vez en poner un “Je Suis Moisés Sánchez”? 
“Eso es una idea muy interesante”, respondió, regalándome una revista mientras me acompañaba a la salida. Era una revista elegante y costosa, y tan pronto la abrí, entendí el por qué. Cada página llevaba una foto en colores de funcionarios del gobierno y un gobernador sonriente, Javier Duarte. 

Los turistas siguen disfrutando las plazas públicas, pueblos lindos, playas espectaculares y comida sabrosa que justamente le dan al estado de Veracruz su identidad destacada. Guillermo Herrera Mendoza, el subsecretario de turismo de la región, habló en una feria en Madrid sobre el Estado desde el secuestro de Sánchez: “Niego categóricamente que Veracruz sea un estado violento”. Acto seguido, recordó los logros del año pasado: “En 2014, acogimos los Juegos Centroamericanos y del Caribe y la Cumbre Iberoamericana y de Jefes de Estado. Si existiera violencia, no seríamos tan visitados”, afirmó Herrera. En Guatemala en los 80, tiempo de genocidio, los turistas disfrutaban de los paisajes extraordinarios del lago Atitlán mientras el ejército arrasaban a pueblos enteros, asesinando a mujeres, hombres y niños. 

Los turistas están seguros en Veracruz pero peligran la gente local y sobre todo los periodistas incómodos. Las cifras oficiales reconocen más de 900 desaparecidos en Veracruz, pero la cifra real, según una activista que me dio cita en Xalapa, se calculan en el doble de esa cantidad. 

La mujer que me lo contó, miraba constantemente por encima de mi hombro, hacia la puerta del café, con un tic nervioso. Ella traía un guarda espaldas que esperaba discretamente afuera. De su bolsa ella sacó un botón de emergencia y en casa ya tiene las puertas reforzadas y cámaras de vigilancia.

Cuando llegué a la casa de Moisés Sánchez, ya para el mes de Marzo, dos vehículos policiales aún estaban estacionados frente a su casa. Uno de los dos oficiales que estaba ahí el día en que secuestraron a Moisés fue el encargado de recibir la llamada de emergencia, no respondió.

Por lo menos cinco de los asesinos de su padre están aún libres y la familia teme que vuelvan.

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