Imanol Ordorika
Las acciones y discursos del gobierno
federal en torno a la llamada reforma educativa se han convertido en factor de
polarización social y política en nuestro país. Sus impulsores y defensores han
generado grandes expectativas respecto de la mejora del sistema educativo
nacional. En realidad esta reforma sólo ha constituido un engaño, un mito y un
fraude.
El engaño radica en que se ha hecho
creer a la sociedad que cambios normativos –cuyos propósitos son el control
político y laboral de los maestros, el realineamiento y continua sumisión del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) al partido oficial y
al gobierno, y el sometimiento de otras organizaciones gremiales de oposición–
son una reforma educativa de verdad, enfocada al mejoramiento de la educación
pública. La evidencia del engaño es la ausencia de una propuesta educativa
general, que tuviera como referente la realidad actual, las necesidades del
país y el proyecto de desarrollo nacional, a la que correspondiera una
filosofía educativa bien definida y planteamientos pedagógicos consistentes.
El engaño se funda en un mito
insostenible: la evaluación de profesores de educación básica es la acción
fundamental para elevar la calidad educativa. La evaluación, que es la
propuesta central y casi única de lo que han dado en llamar reforma educativa,
tendrá efectos en las nuevas contrataciones, la promoción, la carrera
magisterial y la remoción de maestros del trabajo docente. Ninguna de estas
acciones produce por sí misma una mejora de la educación.
El mito está sustentado en la
denostación y desprestigio intencional de los maestros mexicanos, a quienes se
les presenta como el problema principal de la educación en México. En esto han
jugado un papel fundamental las campañas de Televisa y las diatribas del grupo
de presión Mexicanos Primero. Para la Secretaría de Educación Pública (SEP) y
estos grupos el problema son los maestros, y la solución que han puesto en
práctica son estas medidas de control.
El fraude radica en que tanto la SEP
como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) saben que
las evaluaciones que han propuesto son impracticables. Que sólo están en
condiciones de realizar valoraciones superficiales e incompletas. Que éstas no
tendrán los resultados que les han atribuido y que impactarán negativamente las
condiciones profesionales, laborales y de vida de decenas de miles de maestros
mexicanos.
Desde la creación del INEE, en
documentos oficiales y declaraciones de su presidenta, se ha señalado que la
evaluación docente no podía ser homogénea, sino que era necesarioconsiderar en
las acciones de evaluación, desde el sistema educativo y hasta el aula de
clases, la diversidad de realidades, culturas y lenguas que existen en el país,
lo que sin duda es una de sus mayores riquezas (INEE,La evaluación en el
contexto de la reforma educativa).
De acuerdo con las normas y leyes
establecidas, la SEP, bajo la autoridad del INEE, realizará cuatro tipos de
evaluaciones: para el ingreso a la profesión docente, para la promoción (la que
se acaba de realizar), para la permanencia y para promoción en la función
por incentivos, antes carrera magisterial.
La evaluación más problemática es la de
permanencia. Según la ley, 1.4 millones de maestros tienen que ser evaluados
cada cuatro años. De ello depende su continuidad en el ejercicio de la labor
docente. Significa que cada año tendrán que ser evaluados más de 350 mil
maestros, sólo en esta modalidad. El INEE y la SEP nos hacen creer que pueden
concretar una evaluación completa y a profundidad, que atienda la diversidad y
heterogeneidad existentes en el país. Ellos saben que esto es imposible. Por
eso es un fraude.
fuente: la jornada
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