Por: John M. Ackerman
Gregorio Jiménez, valiente periodista
de Veracruz y víctima de la consolidación autoritaria mexicana, justicia ya.
Quienes gobiernan en contra de los intereses populares saben
perfectamente bien que no basta con la represión para apagar el fuego de la
indignación social. Siempre hará falta complementar la violencia del Estado con
una guerra ideológica orientada hacia la destrucción de la autoestima y el
optimismo de la sociedad, así como la desarticulación de las redes de confianza
y acción colectiva.
Sin estos elementos, el poder de los pocos se desmorona rápidamente y
tarde o temprano el vacío se llena con los cimientos de un nuevo régimen de
democracia verdadera y poder popular.
Televisa, Tv Azteca y los principales
consorcios de la radio comercial mexicana han fracasado olímpicamente en
legitimar al gobierno de Peña Nieto y el Pacto por México. Tampoco han logrado
este fin el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo, el año de reformas,
la multiplicación de loschayotes periodísticos, el espaldarazo de
Barack Obama y los medios internacionales al gobierno actual o la detención
del Chapo Guzmán.
Aun con el apoyo de los actores más poderosos del mundo y después de una
enorme inversión publicitaria, Peña Nieto no ha podido superar su imagen de
muñeco servil a los más abyectos intereses, cuya única función sería poner una
cara supuestamente bonita a la destrucción de los derechos sociales y la
soberanía nacional.
Cuando algo lo pasan tanto en la
televisión a mí me aterra. Me aterra porque me quieren convencer de algo que yo
sé que no es benéfico. Normalmente todo lo que pasan en la televisión es así.
Te dicen que te va a beneficiar, pero lo que hemos visto es que es todo lo
contrario. Son las palabras de una digna locataria de uno de los importantes
mercados públicos en el Distrito Federal que lucha todos los días para evitar
su exterminio frente al avance de los grandes supermercados como Walmart,
Soriana y Chedraui (véase:http://ow.ly/u9VAD).
La perspectiva de esta valiente mujer es ampliamente compartida por la
sociedad. La fuerza simultánea tanto de la herencia de la Revolución Mexicana,
plasmada en la conciencia crítica del pueblo mexicano como de la actualidad del
flujo de información en las redes sociales genera un escenario particularmente
difícil para el poder en México. El indomable espíritu rebelde del pueblo
azteca no se deja vencer tan fácilmente.
En consecuencia, todos los días Peña
Nieto y sus secuaces buscan nuevas estrategias para imponer su proyecto de
dominación. Por ejemplo, hace unos días el Presidente se atrevió a sugerir que
un robot podría tener las capacidades para llegar a Los Pinos: Al ver a
este robot que nos ha mostrado varias de sus capacidades, podría yo incluso
sospechar que en algunos años, alguno de ellos o alguna vez se pretenda que un
robot llegue a gobernar un municipio, un estado o un país. Peña Nieto balbuceó
estas palabras momentos después de conocer los talentos de Asimo,
un robot que labora en la fábrica de la empresa Honda, ubicada en Celaya,
Guanajuato.
Después intentaría rectificar su ocurrencia al aclarar que yo creo
que eso no ocurrirá, para quienes tenemos la responsabilidad social de
gobernar, algo que será insustituible por la tecnología es compartir las
emociones. Pero la corrección fue parcial y el daño ya estaba hecho. Quedó
perfectamente claro que para Peña la política no es un arte donde se despliega
la fuerza libertaria del espíritu humano o las convicciones de los hombres y
las mujeres de Estado, sino una simple cuestión de técnica robótica que implica
realizar los movimientos correctos en las situaciones adecuadas,
aunque con una matiz emocional agregada para engañar a los ingenuos.
En Twitter y las redes sociales
también proliferan los famososPeñabots. Son usuarios falsos o
anónimos que reciben salarios decorosos para golpear a los adversarios e
implementar una guerra sicológica en las redes sociales. Su comportamiento
sigue al pie de la letra la estrategia del Grupo de Investigación en
Inteligencia Amenaza Conjunta (Joint Threat Research Intelligence Group-JTRIG)
que utiliza el gobierno de Estados Unidos para negar, interrumpir, degradar
y engañar ( Deny, Disrupt, Degrade, Deceive) a sus adversarios
por medio de estrategias de infiltración en las redes sociales.
Hace unos días el periodista Glen
Greenwald dio a conocer todos los pormenores de esta estrategia al divulgar
nuevos documentos que habían sido extraídos de las catacumbas de la NSA por
Edward Snowden (véase:http://ow.ly/u9UZN).
La total subordinación del aparato
deseguridad mexicano a Washington quedó demostrada en el operativo de
detención del Chapo Guzmán.
La agencia Ap fue perfectamente clara
cuando primero divulgó que la detención había sido realizada de manera conjunta
por autoridades mexicanas y estadunidenses. Si Peña llega al extremo de
permitir la operación ilegal de dronesde guerra sobre el territorio
nacional, así como la participación directa de agentes estadunidenses en
acciones de procuración de justicia, no existe duda alguna de que también
implementa estrategias de espionaje e infiltración de movimientos sociales,
coordinadas por las autoridades estadunidenses.
Las fuerzas de la corrupción y la ignominia son fuertes, pero los lazos
de confianza, conciencia y trabajo en conjunto del pueblo mexicano son aún más
poderosos. Pero para realizar su enorme potencial será necesario primero
superar los vicios del sectarismo, la soberbia y la desorganización. Manos a la
obra.
Twitter: @JohnMAckerman
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