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Foto: Noé Zavaleta
° De cinco jóvenes
levantados por elementos policiacos en Tierra Blanca se han agregado 18
padres de familia más reclamando a sus hijos.
§ ° En la caminata para
la misa del obispo, las cantinas bajaron los decibeles de sus rockolas al paso
de la feligresía con los padres dolientes.
§ ° En Veracruz “nos
falta seguridad, tranquilidad y confianza” dice el Obispo en el día 25 de
espera frenética y angustiante.
§ ° Vecinos de Playa
Vicente se trasladan a Tierra Blanca, solidarios con sus amigos, los padres de
los chicos secuestrados.
Crónica de Miguel Ángel León Carmona
blog.expediente.mx
TIERRA, BLANCA,
VERACRUZ.- “Hay
graves necesidades en los familiares de estos cinco desaparecidos, pero hoy
oramos también por los otros de Tierra Blanca, quienes en fechas pasadas les
ocurrió algo igual y todavía no se sabe de ellos. Toda esta gente que asalta,
que desaparece, que asesina no sé de qué familia proviene”.
Plegarias
celestiales elevaron padres de 23 personas cornadas por las bestias de la
inseguridad en Veracruz. Familias laceradas, con la angustia podrida que
carcome sus pensamientos a diario. Todos acudieron al llamado del obispo Felipe
Gallardo Martín del Campo.
Al único refugio de
las víctimas en el legado duartista, la justicia divina. Existe un tajante
agnosticismo en la indiferente trinidad compuesta por Arturo Bermúdez, Javier
Duarte de Ochoa y Luis Ángel Bravo Contreras.
El líder de la
diócesis de Veracruz, nombró uno a uno a las personas privadas de su libertad
en el presente sexenio. La lista no llegaba a su fin y ya paralizaba a los
presentes. No se trataba de un largo listado de feligreses convalecientes, se
presentaron 23 fotografías que evidenciaron la sórdida impunidad que radica en
Tierra Blanca, Veracruz.
Sara Cruz
Contreras, madre de joven entregado al crimen organizado por policías estatales
el 15 de octubre de 2013, aclara que ya no se trata de la ciudad a la que la
gente conoce como La Novia del Sol, son pendejadas, sentencia, estamos en el
mero infierno.
La lista con las 23
intersecciones en la celebración solemne:
1.- Juan de Dios
Gómez López-desaparecido el 19 de septiembre de 2013
2.- Rodrigo Gómez
López-desaparecido el 19 de septiembre de 2013
3.- José Rodolfo
López Cruz-desaparecido el 15 de octubre de 2013
4.- Miguel Ángel
Pulido San Juan-desaparecido el 05 de diciembre de 2014
5.- Francisco
Damián Rodríguez Bazán-desaparecido el 16 de junio de 2015
6.- Tomás Maza
García-desaparecido el 01 de octubre de 2015
7.- José Abraham
Barrera Licona-desaparecido el 09 de octubre de 2015
8.- David Ruíz
Pérez-desaparecido el 09 de octubre de 2015
9.- Daniel
Fernández Ramírez-desaparecido el 09 de octubre de 2015
10.- Elizabeth
Benítez Salamanca-desaparecido el 09 de octubre de 2015
11.- Hugo Trujillo
Hernández-desaparecido el 11 de diciembre de 2015
12.- Álvaro Jácome
Lara-desaparecido el 21 de diciembre de 2015
13.- José Benítez
de la O-desaparecido el 11 de enero de 2016
14.- Bernardo
Benítez Arróniz-desaparecido el 11 de enero de 2016
15.- José Alfredo
González Díaz-desaparecido el 11 de enero de 2016
16.- Mario Arturo
Orozco Sánchez-desaparecido el 11 de enero de 2016
17.- Susana Tapia
Garibo-desaparecido el 11 de enero de 2016
18.-José de Jesús
Gutiérrez Ramos-desaparecido
19- Christian Michelle Herrera Rodríguez-desaparecido
19- Christian Michelle Herrera Rodríguez-desaparecido
20.- Fernando
Domínguez Camacho-desaparecido
21.- Yair
Prieto-desaparecido
22.- Diego Cruz
Domínguez-desaparecido
23.- Jesús Alberto
Saldaña Estrada-desaparecido
Así entonces se
unificaron las desgracias, las familias de 17 desaparecidos, cedieron las
sillas del frente a los cinco padres de las llagas recién abiertas, parientes
de los muchachos de Playa Vicente, levantados por policías de la Seguridad
Pública en Veracruz y entregados presuntamente al Cartel Jalisco Nueva
Generación.
FAMILIAS PEREGRINAN
POR SUS DESAPARECIDOS
El vigésimo quinto
día en el campamento del Ministerio Público de Tierra Blanca, recobró en un
inicio la fuerza de los cinco padres. Don Bernardo Benítez Herrera comparte con
tristeza que el apoyo de la gente ha venido disminuyendo con el correr del
tiempo. Con la defunción de las horas.
“Es horrible, no
quisiera pensar que en algún momento quedaremos solos. Sin nuestros hijos y
tampoco sin estas personas que cobijan nuestras penas”. No obstante, en punto
de las 16:30 horas, al menos 60 terrablanquenses comenzaron a conformar el
contingente católico.
Sacudieron su miedo
a los demonios de la impunidad. Salieron sigilosos a marchar. Acompañaban a los
afectados. Otros más apenas se asomaban desde sus negocios, desde la planta
alta de sus hogares. No había apoyo físico, no obstante, incluso las cantinas
del pueblo bajaron los decibeles de la música de banda y las meretrices
cabizbajas respetaron el momento de dolo.
Hubo llantos desde
el inicio de la peregrinación. La señora Gloria de la O, madre de desaparecido,
suele ser la más resistente ante esta tragedia. Sin embargo, fue la primera en
quebrar en llanto. No contuvo la nostalgia, tan sólo se aferraba a la imagen de
su hijo, José Bernardo Benítez de la O.
Por su parte, el
señor José Alfredo González Díaz se desplazaba con dificultad por las calles de
Tierra Blanca. El haber perdido parte del pie derecho, gangrenado a causa de su
diabetes, no le impidió caminar con la fotografía de José Alfredo
González Díaz hasta la iglesia para pedir al ser celestial por el pronto
regreso de “El cochi”, como la familia llama al desaparecido.
Así avanzó el
contingente, abanderado por las cinco penas. En el centro, don Bernardo Benítez
Herrera, el hombre sin miedo. Quien ha declarado en repetidas ocasiones que
ofrecería su cuerpo al crimen organizado a cambio de su hijo, Bernardo Benítez
Arróniz.
Las seis cuadras de
distancia concluyeron hasta la puerta de la Parroquia del Carmen. El obispo
Felipe Gallardo Martín del Campo ya los esperaba con agua bendita y los brazos
extendidos. La pena reproducida en llanto se propagó como peste negra al toparse
con el representante de la diócesis en Veracruz.
Las penas fueron
apaciguadas con ánimos cristianos “Esperanza, hermanos. Ustedes son una familia
fuerte, admirable. Respeto la forma en que han enfrentado este martirio”. Los
padres entraron al recinto ya repleto de playavicentinos. Los mismos que
tomaron la Fiscalía General del Estado para apresurar las búsquedas de sus
paisanos.
CELEBRACIÓN
CATÓLICA, LA ANTESALA DE UN ESCENARIO LÚGUBRE
“Hasta lo
irremediablemente humano Dios lo puede remediar. A lo mejor el Señor no conceda
lo que piden, porque tiene algo mejor para ustedes”. Fueron las palabras del
obispo Felipe Gallardo Martín del Campo, quien desembocó las lágrimas de los 23
familiares de desaparecidos.
Si bien los
psicólogos de la Gendarmería Nacional ya habían tratado el pasado 28 de enero
particularmente con los padres de los cinco desaparecidos, no obstante que el
ritmo cardiaco había sido registrado como estable, resistente ante posibles
escenarios lapidares, el día 25 de esta travesía infrahumana será considerado
hasta hoy cómo el más duro de todos.
El tacto del obispo
de Veracruz, pese a ser llevado con delicadeza, no estuvo exento de flagelar
los sentidos de los padres. Cada salmo: “A mi súplica, Señor da respuesta
pronta”, cada verso eclesiástico penetraba el alma humana de los presentes.
Demonios en los imaginarios aparecían y se mofaban de la inmunda realidad, sin
poder ser exorcizados por el patriarca diocesano.
Familiares y amigos
tallaban los hombros de los padres en el momento de la paz; pero el dolor se
escabullía. La estabilidad paternal sucumbía ante las imágenes de sus
muchachos. La cifra demoniaca de 23 desaparecidos mermaba la fe de los
presentes, tan sólo el caso más congelado data del 19 de septiembre de 2013.
Particularmente el
llanto del señor Bernardo Benítez Herrera, líder del grupo, imposibilitan los
calificativos ante tal sentimiento. Quejidos dejaban ver lo complicado de esta
guerra. La podrida angustia, enfermedad propagada en el sexenio de Javier
Duarte de Ochoa.
“Nos falta
seguridad, tranquilidad y confianza. Muchas veces quienes deben de hacer el
bien se tardan o simplemente no la hacen. Toda esta gente que asalta, que
desaparece, que asesina no sé de qué familia proviene. Justicia y Paz pidamos a
Dios, hermanos”.
Fueron las palabras
del obispo que dieron por terminada la eucaristía. Una antesala de lo lúgubre
terminaba de vivirse. Palabras de apoyo se intercambiaban entre los 23
familiares mutilados, pero no eran suficientes para el momento de intimidad
apabullante.
La gente regresaría
al campamento, a tomar pastillas sedantes para hacer a un lado lo vivido y
seguir en pie, replicando los gritos de batalla. Sonidos de guerra que
aglomeran las desgracias, pero a la vez erradican el medio en Tierra Blanca y
ponen de cabeza a la justicia humana, a la despótica trinidad de Arturo
Bermúdez, Javier Duarte de Ochoa y Luis Ángel Bravo Contreras.
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