René Aviles Fabila
La alternancia política no ha tenido los resultados que México esperaba. El PAN, con Fox o Calderón al frente, prometió infinidad de transformaciones de fondo y simplemente se montaron en la estructura hecha por el PRI. Dejaron de ser críticos del sistema para apropiarse incluso del mismo lenguaje. Acción Nacional se convirtió en una mala copia del partido que nos aletargó por décadas. Algo semejante hizo el PRD: en cuestión de meses ya era una extensión priista de sus partes más negativas y corruptas. Sus dirigentes pasaron de la demagogia tipo Echeverría a un torneo de mentiras sin límite. En Zacatecas o en el DF, han mostrado enorme capacidad para el autoritarismo y la corrupción. ¿Cómo partidos tan distintos como el PAN y el PRD han llegado a ser aliados? Por una razón, porque cabalgan el mismo caballo fatigado y son pésimos jinetes. En el fondo, panistas y perredistas son lamentables priistas. La actual partidocracia, la que ha envilecido a la nación, es una suma de todos los males del PRI con aportaciones propias de los demás partidos y ninguna de sus virtudes y experiencia para manejar los asuntos del Estado.
Lo que hoy hace Calderón, detener a Hank Rhon, es una clonación de acciones espectaculares de Carlos Salinas. Pero las diferencias son abismales. El mandatario priista lo hacía para consolidar el poder.
Arrancar acciones como la detención del célebre líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina, fue una acción dramática, bien planeada y ejecutada que deshizo a uno de los sindicatos más poderosos del país, el de Pemex y acabó con una fuerza extraordinaria, que había llegado a los abusos más desenfrenados. Tenía, además, que darle a sus enemigos una lección por haber apoyado a Cuauhtémoc Cárdenas. Cuando La Quina salió de la cárcel era una sombra sin sombra. Al respecto hay una enorme bibliografía.
Parodia grotesca es la que llevó a cabo Felipe Calderón al detener a Jorge Hank Rhon en medio de un exagerado golpe de mano y muy lejos, como bien lo señaló Raymundo Riva Palacio, de los procesos electorales que afectan al PAN, el del Estado de México y el de la sucesión presidencial. Hank Rhon es indefendible por donde se le vea, pero las acciones que llevaron a su detención no convencieron ni a los más sólidos amigos de Calderón. Fue una maniobra mal planeada y lamentablemente ejecutada sin los resultados deseados. Los medios parecen más conmovidos por la brutal irrupción en su palacete de Tijuana, por las declaraciones de su esposa quien padece una grave enfermedad y de sus desconcertados hijos que por los negocios turbios del hijo de Carlos Hank González, el hombre aprovechó las facultades estatales para amasar una enorme fortuna. A ver cómo sale de ésta el gobierno de Calderón, quien, a punto de arrancar la sucesión presidencial (de hecho ya inició) carece de candidato, pasa apuros para apoyar a Bravo Mena, sigue tercamente enfrascado en una guerra perdida y cuenta con la animadversión de amplios sectores de la población que manifiestan, principalmente a través de Internet, su malestar por la incapacidad política y los miles de muertos que ha dejado a su paso. Si pensó que esta detención, violenta y con escasas muestras de legalidad le ayudaría a levantar cabeza y ponerse al nivel de Enrique Peña Nieto y López Obrador, los que puntean en la lucha presidencial, se equivocó. Grave lío que padece. Pudo buscar fórmulas jurídicas para frenar la arrogante ferocidad de Hank Rhon. Pudo no ir al choque directo para detener el avance de Peña Nieto. Pudo haber buscado otro más apto que Bravo Mena para enfrentar a Eruviel. Pudo permitir que el propio PAN tuviera una mejor dirección que la de Gustavo Madero… En fin, pudo hacer tantas cosas… Pero no, escogió imitar el ejemplo de Salinas al que le dio resultados. De nuevo Calderón está en aprietos. Sin aliados en el PRD, con una sociedad civil cada vez más preocupada por sus malas decisiones y peores acciones, no tendrá más remedio que dejar en libertad a un símbolo del peor PRI.
Calderón hace cosas buenas que parecen malas. Son el resultado de no haber impulsado cambios. Ahora tiene galvanizado a su peor enemigo. Si antes fue su aliado para aferrarse al poder, ya lo tiene enfrente y furioso. Lo que imaginó una hazaña, en sus manos fue un fiasco más. Como lo señaló un líder perredista, el PRI es víctima del gobierno y esto lo saben por la experiencia Fox-López Obrador. Tampoco hay pruebas contundentes, salvo un arsenal que la mayoría supone sembrado. Más tarde, la PGR, Poiré y demás, hacen el ridículo sumando la sospecha que Hank Rhon está ligado al crimen organizado. ¿En serio y hasta hoy lo piensan? Para redondear el triste espectáculo político: dicen que todo partió de una denuncia anónima y que Calderón nada sabía. Está visto que tampoco gobierna y que se entera de las acciones de su gobierno por los medios.
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