8 de junio de 2011

Informe Rojo… Duarte: la primera mentira

Mussio Cárdenas Arellano
Javier Duarte de Ochoa ya entró al club de los mentirosos profesionales. Traicionó su palabra, su oferta electoral, su promesa de campaña y, con una treta burda, aplicó el cobro del impuesto a la tenencia de vehículos.

Duarte es, además de incongruente, patético. Acumula día a día el repudio de muchos y la suspicacia de otros. Hace del engaño un alarde, el motor de sus acciones de gobierno y la tónica del naciente gobierno de Veracruz.

Ser embustero es complicado, pero al doctor Duarte se le da con asombrosa naturalidad. En campaña, cuando su mentor, Fidel Herrera Beltrán, lo impulsaba para ser gobernador, echó mano de una promesa populista que bien que mal le acarreó algunos votos, pero que denotaban de qué son capaces los políticos con tal de aferrarse al poder. Prometió que los veracruzanos no pagarían impuesto sobre tenencia de vehículos a partir de 2011, y hubo quien le creyó.

Esa promesa fue algo tangible. La confeccionó el 24 de junio pasado, diez días antes de la elección que lo convirtió, por la vía del fraude, en gobernador de Veracruz. Dijo entonces el señor Duarte que el régimen veracruzano se anticipaba a la decisión del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien ese día había firmado el decreto con el cual desaparecería a nivel nacional el impuesto por tenencia vehicular a partir del año 2012.

Muy ufano, aires de suficiencia en grado extremo, soberbio, el candidato fiel explicaba a la prensa que ese impuesto iría desapareciendo gradualmente en el resto del país, pero que en Veracruz no, que se cancelaría “de una sola vez, total y definitivamente” en enero de 2011.

El candidato de la mentira fue más allá. Dijo que el gobierno estatal contempló un subsidio por parte del ejercicio 2011, lo que redundaría en que, aún estando vigente el impuesto a la tenencia vehicular en el resto del país, en Veracruz no se tendría que pagar.

Duarte, el genio, tenía respuesta para todo. Decía que los 800 millones de pesos que dejaría de percibir el gobierno estatal, serían cubiertos con los excedentes por la venta de petróleo. Y así, categórico, soltó que “no se creará un nuevo impuesto”.

Si algo le faltaba -y le falta- a Javier Duarte es elocuencia, capacidad para persuadir aunque suele fabricar mentiras creíbles. Semanas antes, vía internet, había sido filtrado un documento en que Javier Duarte, siendo secretario de Finanzas de Veracruz, comunicaba a la Secretaría de Hacienda los términos de la bursatilización del impuesto por tenencia vehicular y señalaba que de ser necesario se crearía un nuevo impuesto para sustituir la captación de recursos. Aparecía al final texto, su firma. O sea, lo contrario de lo que prometía en campaña.

Apabullado por la evidencias, el candidato gordobés no atinaba a encontrar la salida. Como chimoltrufio, como decía una cosa, decía otra. Rubricó, sin embargo, con un ofrecimiento categórico de que el impuesto a la tenencia vehicular sería derogado.

Ya en su gobierno Duarte se quitó la piel de oveja. El 16 de diciembre dijo que siempre sí, que los autos de lujo pagarían impuesto por tenencia. El 20 de este mes envió al Congreso de Veracruz el decreto con el que asestó la puñalada final. Determinó que únicamente serían subsidiados los automóviles con valor menor a 230 mil pesos. Y los legisladores lo aprobaron sin chistar el martes 28.

Duarte es tramposo y un redomado mentiroso profesional. El impuesto de tenencia vehicular, además de que no se derogó a partir de enero de 2011, como ofreció en campaña, no se aplicó únicamente a autos de lujo. Por ejemplo, un Jetta clásico Volkswagen tiene un valor de factura de 232 mil pesos; una camioneta Ford Ranger oscila entre los 220 mil y los 250 mil pesos. Estos últimos, a menudo son usados para trabajo o para transportar mercancías.

En la costa los automóviles se adquieren con aire acondicionado, lo que incrementa su costo. Muchos veracruzanos no cambiarán de vehículo en 2011 para evitar un pago que es oneroso y, sobre todo, producto de un engaño. Unos más lo harán en otras entidades, como Querétaro, donde no se paga tenencia ni reemplacamiento.

Duarte, pues, se enredó en sus mentiras. Prometió y engañó. Así ganó votos.

Hoy, sin embargo, cosecha repudio.

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