Por José Miguel Cobián
Por un accidente del destino coincidí en un determinado lugar con un policía de Nueva York, con quien me puse a platicar mientras ambos esperábamos a ser atendidos. Después de comentar banalidades me enteré de que él era policía y él a su vez se enteró que yo era mexicano. Entrando en conversación más seria, el neoyorkino comentó que era patente y conocido a nivel mundial el nivel de corrupción de las autoridades y su colusión con diversas actividades criminales. Y ojo, no se hablaba de narcotráfico, sino de diversas actividades ilegales, desde contrabando, monopolios para vender caro y lucrar, manipulación de precios por oligopolios, tráfico de influencias, violación de leyes como las ambientales, las laborales, etc. Y hubiera dado gusto escuchar las carcajadas entre comentario y comentario, si es que uno no se sintiera ofendido. Ofendido por dos razones, la primera porque se estaba ofendiendo a mi país, y la segunda razón, porque no podía si quería actuar con sinceridad, rebatir los comentarios pues lamentablemente coincido con el criterio mencionado.
Como buen mexicano, decidí no quedarme con la espina y comenté con el supervisor de policías, que en USA había también mucha corrupción, pues a fin de cuentas no es nada más un problema mexicano sino que lo considero como algo mundial, y allá el dios principal es el dinero, y con el dinero compran todo. Así que comencé por comentar que jamás agarran peces gordos dentro de las distintas ramas del crimen organizado, y en particular que parecía muy raro que en México siendo tan ineficiente y corrupta nuestra policía, se atrapara diariamente a criminales de todo tipo, mientras que en USA una vez que llega la droga a su suelo, parece que desaparece automáticamente, pues nunca agarran a algún capo mafioso que controle la distribución de la droga. Le comenté también que allá la prostitución es un gran negocio, que en muchos estados o condados es ilegal y que a pesar de ello, la prostitución florece. Y luego seguí con el asunto del tráfico de seres humanos, recordando que hasta se descubrió a un grupo de neoyorkinos que tenían como esclavos a seres humanos de otros países, trabajando en maquiladoras clandestinas, sin contar con las redes de traficantes de personas que buscan traer extranjeros para atender la necesidad de mano de obra en distintos lugares, y acorde a sus necesidades, pues es de todos conocido que de aquél lado reciben a los migrantes ilegales, y los distribuyen a dónde son requeridos, cuando menos por su primer trabajo. Y el colmo, fue cuando le dije que su gobierno había invadido países siempre en función de las necesidades de las grandes corporaciones, derramando la sangre no sólo de extranjeros, sino también de jóvenes norteamericanos, nada más para satisfacer necesidades económicas de los poderosos dentro de su sociedad.
Allí comenzó a ser desigual la plática, pues mientras yo aceptaba lo que consideraba que era verdad, el gringo me decía barbaridades como las siguientes: Primero me dijo que en Nueva York no había policías corruptos, que todos eran muy amables, y lo mismo si trabajaban encubiertos que si lo hacían con su uniforme, siempre eran muy atentos y absolutamente limpios. Después me dijo que estaba yo influenciado por la televisión, pensando que los policías en USA son duros, agresivos y mal educados. Siguió diciendo que no era posible contratar un millón de policías por cada ciudad, así que combatir el tráfico de drogas o personas era muy difícil, y sobre todo, me hizo sentir que era responsabilidad de cada persona si consumía estupefacientes. Y luego comenzó a patinar, me dijo que los peces gordos, siempre tenían dinero y eso les permitía eludir la acción de la justicia, pues primero se detenía a distribuidores pequeños y eso daba tiempo y aviso a los grandes para escapar, contratar muy buenos abogados y eludir la acción de la justicia. Y por último un poco agitado e indignado, me comentó que no era cierto que Halliburton, o las compañías que controlaban la producción de bananas en Centroamérica se hubieran beneficiado por las guerras de USA contra Irak o invasiones en Centroamérica. Que todo lo hacían en defensa de la libertad y combatiendo al mal en el mundo, fuera éste el comunismo (de la guerra fría) o a los terroristas islámicos. Claro que se le olvidó todo el abuso en las prisiones de Irak como la de Abu Graib, Guantánamo o las clandestinas de la CIA. Y sobre todo, no recordó que jamás hubo armas de destrucción masiva en Irak.
Cuando terminamos la plática pues llegamos al final de nuestra espera, el señor amable ya estaba colorado y muy agitado, pues no le gustó no poder argumentar a su favor. Me di cuenta de que su actitud era la de demostrar que México está muy mal y USA muy bien. Yo entiendo que están mucho mejor que nosotros, pero no pueden darse baños de pureza. Al final de cuentas, ni se despidió de mí, medio molesto. Yo me entretuve y me divertí mucho, pensando compartir esta experiencia con mis lectores.
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